Situada en la calle San Miguel nº 19, es una construcción señorial, sin duda una de las más sobresalientes de la arquitectura civil navarra y uno de los edificios barrocos más representativos de Corella y fue erigida sobre unas antiguas casas que recibió María Josefa Escudero como dote matrimonial de manos de su padre.
El solar original fue ampliado al incorporar el nuevo matrimonio otras casas colindantes adquiridas en 1697 a su cuñado Martín Escudero, hermano de María Josefa.
Derribados los viejos inmuebles, el nuevo edificio, cuyas obras se iniciaron en 1704, se convirtió en la casa principal de la familia y pasó a encabezar el mayorazgo que fundaron los promotores, Agustín y Josefa.
El edificio constituye un magno bloque de marcado carácter horizontal construido en ladrillo, con dos fachadas abiertas a la calle de San Miguel y a la placeta de García Arista, en las que se sitúan sendas portadas. La principal de la calle San Miguel, es una portada de arco de medio punto sobre pilastras toscanas cajeadas, distribuyéndose por el resto de la planta baja varias ventanas, algunas de ellas cegadas actualmente. Por encima se sitúa el piso noble, articulado por pilastras, que adquiere especial prestancia a través de sus magníficos balcones. Sus amplios voladizos, sus soberbias rejerías con mazorcas vegetales y tornapuntas de forja, así como los enmarques en resalte de sus vanos constituyen elementos definidores de este edificio.
Llama la atención una fabulosa labra heráldica con su escudo barroco colocado en esquina, en el cual sobre una venera o concha, están representadas, en cuatro cuarteles, las armas de: Sesma, Sierra, Escudero y Ruiz de Murillo y que fue realizado en 1706 por el escultor de Ágreda Félix de Arroqui. La ubicación en esquina no es habitual en tierras navarras, si bien en esta caso no debe extrañarnos, pues adquiere todo su significado y se potencia al convertirse en telón de fondo en la perspectiva que parte de la calle de la Cruz, respondiendo a un estudiado urbanismo barroco.
En el ático se distribuyen entre pilastras los vanos, ventanas y balcones sin saledizo, en línea con los de piso principal. Corona el edificio un rico alero con ménsulas talladas.
Sus acertadas proporciones y relación de hueco macizo, sus molduras con ladrillo aplantillado, sus extraordinarios balcones de bellos balaustres de forja, la disposición del escudo heráldico y el empaque que le proporcionan las gruesas cadenas de hierro en sus dos puertas principales, hace que llame la atención del viandante y se pare a contemplarlo detenidamente.
El edificio considerado como modélico del barroco civil navarro-aragonés, motivaron que fuera reproducido, en menor tamaño, en el “Pueblo Español” levantado en 1929 para la Exposición Internacional de Barcelona.