Dedicado a los Desposorios de San José y la Virgen, fue encargado por el mayordomo de la Cofradía de los Desposorios, el año 1729, al maestro ensamblador Domingo José Romero, vecino de Soria, que acababa de hacer el altar de la Soledad, en la iglesia de Ntra. Sra. del Rosario.
En dicho contrato, entre otros requisitos, se especifica que el precio será de 2.000 reales de plata a pagar en Corella una vez levantado el retablo, que deberá realizarse antes del 15 de Noviembre de 1730.
A juicio de José Luis de Arrese, el retablo está mal construido y sobre todo mal concebido y no es que Romero fuese un artista mediano como aquí representa, pues suyo es también el de la Soledad de la iglesia del Rosario, como antes se ha indicado, sino que o no estuvo inspirado o dejó su ejecución en manos mediocres.
Este retablo estuvo encomendado a los gremios de albañiles y carpinteros de Corella, pero no llegó a ser propiedad de dichos gremios sino que fue de propiedad municipal.
