La iglesia es modernista sin llegar al exceso y fue proyectada por José Manuel Bringas y José Luis de Arrese. Es un templo amplio, desarrollado en forma de cruz latina de 34 metros y medio de eje mayor y 12,70 metros de nave, que en el crucero alcanza la anchura de 24,70 metros.
Cubierta con planos inclinados, lo mismo en los brazos de la cruz que en el cimborrio, tiene una sola nave y dos pequeñas capillas a cada lado del crucero, que se abren al templo por arcos de triple curvatura arrancados desde el suelo.
El suelo es de mármol rojo aunque estaba previsto de madera, obteniendo la iglesia, de este modo, el lujo y la prestancia deseada.
La fachada, enmarcada por completa en una visera que vuela metro y pico, se compone de dos zonas: una inferior con puerta de acceso y estancias laterales y otra superior, abierta toda ella a la luz del sol.
En la zona inferior, a cada lado de la puerta principal, se proyecta un lugar de reposo con bancos de asiento; sobre ellos se han montado dos paneles de mosaico decorados y cocidos por el artista madrileño Arcadio Blasco: Uno representa la “Civitas Dei” presidida por la cúpula vaticana y otro el “Mapa mundi” del apostolado misional con la irradiación salida desde el nuevo convento corellano.
La zona superior está ocupada por un conjunto de 14 vidrieras de un metro por dos de altura separadas entre sí por una retícula de nervios de hormigón que componen la apariencia y la forma de un retablo gótico: Las vidrieras, con efigies de santos diversos, fueron realizadas en Irún por la Unión de Artistas Vidrieros y con la luz del mediodía proporcionan a la iglesia una agradable entonación dorada.
