El quiosco se construyó el año 1928 y en 1933 se rodeó de jardín para su embellecimiento.
En esta fotografía, el quiosco, está rodeado de hiedra. La hiedra aislaba un poco a la banda de música del público, consiguiéndose un entorno original. Lo del entorno lo veo ahora en la fotografía, porque en aquellos años no creo que nos fijásemos precisamente en la hiedra, a pesar de ser al natural.
La escalera de acceso de los miembros de la banda al quiosco está colocada; no era lo habitual.
Las sillas para los miembros de la Banda de Música se guardaban en el hueco inferior. El buen Rafael Sánchez “Juanela” fue el encargado de la colocación y recogida de las sillas durante muchos años.
En este quiosco, la Banda de Música de Corella interpretaba las “mejores composiciones musicales del mundo” y en esta plaza, unas cuantas generaciones de corellanos tuvimos nuestra academia privada de baile y fuimos realizando nuestros “pinitos” de relaciones con la sociedad.
Esta plaza sabe muchísimo de amores, desamores, inicio y consolidación de relaciones que, en muchas ocasiones desembocaron en el matrimonio.
Esta plaza reunía casi todos los requisitos necesarios para el matrimonio: Registro civil e iglesia y con bastante frecuencia baile.
En primer término, se observa el jardín instalado en el hueco dejado por el derribo de la antigua fachada de la iglesia, delimitado con postes de hormigón, unidos con cadenas.
Comentar en este punto que entre los años 1947 a 1950 se realizó una pavimentación general de calles y plazas de Corella, alcanzando la suma de 9.000 metros lineales de hormigonado.
La primera calle con aceras de hormigón fue la calle Mayor, que se construyeron con anterioridad al año 1932. En el bordillo de la acera se colocaba un ángulo de hierro.
La segunda calle con acera de hormigón fue la llamada “La Ronda”, llamada así a la actual calle Tajadas, tramo existente entre la actual calle de los Hiladores y la calle Laurel.
La construcción se realizó en el año 1932 y el motivo anecdótico, según cuenta José Luis Simón “Tejero”, fue que el alcalde Melitón Catalán que era soltero, tenía su novia que vivía allí y continuamente se manchaba el calzado en sus idas, venidas y acompañamientos.
En La Ronda debía haber “muy barro” y, ¡que las novias pueden mucho!.
La calle Tajadas se pavimentaría en su totalidad en los años 1947-1948.