Antonio Fernández Soler, nació en Puebla de Caramiñal (La Coruña), el 26 de mayo de 1905, siendo hijo de Vicente y Ramona. Vicente Fernández era médico de ascendencia catalana, su padre Lázaro Fernández fue Diputado Provincial en La Coruña y se dedicó a la industria del salazón en Puebla.
Por su excentricidad, destacó entre sus hermanos, pretendiendo destacar como artista por sus dotes de pintor y no fue muy aceptado en el seno familiar por sus aires bohemios, alejándose de la casa paterna y trasladándose a Madrid, recorriendo diversas regiones de España.
Antonio conoció a José Luis de Arrese cuando este fue Gobernador Civil de Málaga, en 1940 y Arrese le ofreció trasladarse a Corella para trabajar en la restauración de la Casa Palacio de los Arteta, actual Casa-Museo de Arrese, en la confluencia de las calle del Vallejo y San Miguel. Posteriormente realizaría la decoración de los lienzos de la cúpula de la Iglesia de Araceli.
Antonio Fernández Soler, viene a Corella hacia 1950, el Sr. Arrese le ofrece una casa donde vivir, pero Soler, prefiere tener su vivienda en una pequeña cueva en terrenos que le concedió el municipio, en un pinar cercado a “La Estanca”, rodeado de naturaleza, adecuándola para convertirla en su vivienda habitual.
En sus compras por las tiendas, era habitual verle con una cesta y en las épocas de invierno y de frío iba protegido con una capa de tela negra y tocado con un gorro negro.
Su obra pictórica es muy personal y original, de un impresionismo con aires de penumbra y luces. La pintura que utilizaba estaba formada por pigmentos de arcillas y tierras extraídas en las proximidades de su vivienda. He podido ver únicamente media docena de sus pinturas, destacando dos obras de cierto colorido, entiendo que de su época más joven y el resto de pinturas lúgubres, que bien pueden corresponder a obras de sus últimos años, donde sus problemas de visión provocaron, posiblemente, la utilización de colores oscuros.
Antonio era muy austero, vivía de las obras que vendía y la mayoría de las veces intercambiaba por alimentos, ropa o materiales para pintar.
Antonio vivió en su cueva hasta que empeoró su salud el año 1984, cuando ingresó en la Residencia Hogar San José, donde falleció el 1 de agosto de 1989, siendo enterrado en el cementerio de Corella, en la trasera de la capilla-mausoleo de los PP. Carmelitas, al lado de la capilla municipal.