0000-00-00 – Patio e Iglesia de Ntra. Sra. de Araceli y Convento de Madres Carmelitas Descalzas.

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Cuenta la leyenda que la imagen de Ntra. Sra. de Araceli fue hallada el 10 de Diciembre de 1674, bajo el suelo de la ermita de Santa Lucía, en el término municipal de Araciel. Esta imagen, inicialmente, se depositó en la ermita de Santa Ana, y para su veneración se construyó una pequeña ermita en 1675, realizándose alguna ampliación en 1676, ya que en Julio de dicho año, se nombra capellán de la misma a Joseph de Sesma, clérigo, para que cuide de su adorno, limpieza y ornamentación, y a Miguel de Bienzobas, presbítero, para que vista y adorne la imagen de Ntra. Sra. de Araceli y tenga en su poder los vestidos, joyas y aderezos de la imagen. En marzo de 1678, se nombra ermitaño a Francisco Bazo y Romano, acordándose las normas para el sustento de ermitaños y mantenimiento de las ermitas.

Fue a partir de 1678 cuando, junto a la anterior, se levantó una iglesia definitiva destinada a su culto. Probablemente la construcción de esta nueva ermita, que se prolongó hasta 1692, corrió a cargo de los maestros locales Esteban Echevarría y Juan de Argós, quienes habían realizado las obras anteriores. El año 1679, se construyó la sacristía de esta nueva ermita, por necesidades para el culto.
En esta nueva ermita trabajaron artistas y artesanos como los pintores Diego Zabaleta, Manuel González y su hijo Matías, el escultor Juan Arregui y los carpinteros Francisco Rey y Francisco y Cosme Ibarra, entre otros.

Matías González, era corellano y pintó mucho a lo largo de los setenta y cinco años de su vida, pero ha llegado muy poco hasta nosotros. Un cuadro de San Fermín que está en la parroquia de San Miguel y un San Blas de este convento de Araceli que por analogía se le atribuye.
Documentalmente, esta ermita tuvo tres retablos: el mayor y los dos colaterales, dedicados a San Pablo y a San Gregorio, construidos a la vez del edificio.

La nueva ermita fue inaugurada solemnemente el 12 de julio de 1693.

En 1708, el ayuntamiento de Corella decidió otorgar la custodia de esta ermita a las religiosas de la regla de Santa Teresa. No obstante, algunas dificultades motivaron que las escrituras fundacionales no se firmaran hasta el año 1722. Siendo un gran bienhechor de esta Orden, el logroñés D. Juan José Martínez de Boleaga.
En aquel acuerdo la Ciudad (Ayuntamiento), que ostentaría el patronato del convento, cedió a las religiosas la iglesia con sus ornamentos y su sacristía, entregando a su vez 100 ducados que habrían de servir para la construcción de las dependencias conventuales. Dependencias que se iniciaron de inmediato, siguiendo los planos de un tracista de la orden carmelita que pudo ser Fray Marco de Santa Teresa o Fray José de los Santos.
El 9 de julio de 1724 fue inaugurado con funciones de gran solemnidad el nuevo convento. De este modo las religiosas, llegadas tiempo atrás desde Lerma y que se habían instalado circunstancialmente en la casa de los Sada, frente a la parroquia de San Miguel, pasaron a formar parte de la vida cotidiana de Corella con el fin de custodiar la ermita de Araceli.

Las necesidades religiosas de una orden de clausura obligaron a reformar también la iglesia, construyendo, a partir de ese mismo año de 1724, un nuevo tramo a los pies del templo para ubicar el coro alto, un pórtico de entrada y consecuentemente una nueva fachada, que seguiría de cerca el esquema del vecino convento de los padres carmelitas. El año 1866, había 20 religiosas en Araceli.

Entre los años 1863 y 1864 se llevaron a cabo nuevas obras para añadir una nueva capilla dedicada a San José, ubicada en el brazo del evangelio, cuatro capillas laterales, un organismo de planta central y la renovación de la cúpula del crucero.

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