Este monumental retablo así como el sagrario, fueron construidos entre 1671 y 1679 por el escultor del taller de Tudela, Sebastián de Sola y Calahorra y su joven cuñado Francisco de Gurrea. El contrato para esta realización fue de 1.600 ducados, pagaderos en 8 años, en decir 200 ducados por año. Es de cuerpo único, estructurado por medio de cuatro altas columnas salomónicas que separan sus tres calles. Las columnas están decoradas al estilo barroco con vides que recuerdan la eucaristía. Fue el año 1676, cuando se trajo de Tudela.
Este retablo se dora en 1698, con los 50 ducados donados en su testamento por D. Juan de Luna Muro.
En 1794, el Regimiento autorizó a Manuel Ruiz Martínez, para que a su cargo, se realizase el estofado de la imagen de la Virgen. También se aprovechó para componer su trono, cuyo coste lo abonó la Primicia.
La calle central acoge en la parte inferior una gran hornacina para el expositor, situándose encima la imagen sedente de la Virgen del Rosario. La iconografía del retablo está desarrollada con lienzos que recogen la vida de la Virgen y de Cristo. Así en el banco se sitúan el Nacimiento, en lado del Evangelio y la Epifanía en el lado de Epístola y las calles laterales alojan a Jesús entre los doctores y la Visitación, en lado del Evangelio y en el lado de la Epístola, la Circuncisión y la Anunciación.
En el ático se localiza un gran cuadro de la Asunción en la calle central, con dos escudos de la ciudad en las laterales. Este cuadro junto con el de la Anunciación es obra de Vicente Berdusán.
José Antonio Alcalá regaló en 1799 una imagen de la Virgen del Rosario que estuvo en el altar mayor hasta el incendio de 1805.
El rosario que porta la Virgen, es un regalo de Mª Teresa Sáenz de Heredia y Arteta, traído por ella misma, en un viaje realizado a Tierra Santa.