Nuestro Parque fue durante bastante tiempo envidia de las poblaciones vecinas, principalmente por nuestros vecinos los “cirboneros”. Añadiendo, en aquellos momentos, un motivo más a los derivados por las disputas del agua de riego, de fútbol o simplemente por vecindad. Afortunadamente todo aquello desapareció con la cultura, el respeto, el conocimiento y trato de los vecinos de ambas poblaciones. Los matrimonios compuestos por miembros de ambas localidades, fomentaron una muy buena vecindad.
Como acontecimiento anecdótico, cabe relatar que la pista de patinaje del Parque, en los meses posteriores a su inauguración, congregó a un buen número de corellanos que, en las noches, asistíamos a contemplar el furor contenido de algunos vecinos por asimilar rápidamente el arte del patinaje artístico, es decir, aprender a patinar.
Claro está, los menores de 16 años apenas si se caían, pero algunos mayores no se levantaban del suelo, puesto que estaban muchísimo más tiempo sentados que levantados y así es dificilísimo patinar.
El espectáculo estaba garantizado ya que había bastantes valientes dispuestos a aprender rápidamente; aguantaban el tipo en las caídas y los ánimos de los espectadores no les faltaban, ¡Qué trompazos!.
