La matanza del cuto, era todo un acontecimiento en la familia. Habitualmente se madrugaba porque los matarifes venían temprano. Recuerdo como matarifes a Donato Atienza “Macario”, X.X. y familia Sanz Lázaro “Traperos”, en realidad “Triperos”, que son los que venían a mi casa por ser primos de mi madre.
En la calle, junto a la puerta de casa, se colocaba al animal en un banco elevado como unos 60 centímetros, donde se realizaba su muerte, sangrado, recogiendo la sangre para la elaboración de morcillas, quemado de pelo, limpieza y eliminado de la piel.
Se abría en canal y se guardaba en la bajera hasta que pasase a realizar la revisión el veterinario que se llevaba unas muestras, generalmente los testículos si era cerdo, para su análisis y creo que posterior almuerzo.
Pasadas unas horas, regresaban los matarifes para descuartizar al animal, troceándolo conforme requería la familia, respecto a partes destinadas a chorizos, salchichones y especialmente a los jamones, pues podían reservarse los cuartos traseros o también los delanteros; los llamados jamones y paletillas, según el consumo de las familias, pues eran para todo el año.
El día de la matanza acudían familiares para ayudar y también participar del almuerzo y comida que se organizaba con partes del cerdo que se consumían en fresco.
