Como ya se ha indicado anteriormente, en los años 1670s, hay constancia de que el Ayuntamiento, ordenaba la celebración de procesiones y rogativas, para favorecer la lluvia, ya que las cosechas corrían peligro de no llegar a buen término, por la sequía. En otras ocasiones se pedía la lluvia para poder sembrar, “para que hubiese tempero”; entiendo serían los labradores, los que solicitaban al Ayuntamiento, la celebración de estas rogativas.
Habitualmente se recurría a solicitar esta ayuda a su patrona la Virgen del Villar, para lo cual, se trasladaba la imagen de la Virgen hasta una de las dos parroquias existentes, San Miguel Arcángel o Ntra. Sra. del Rosario, pues se alternaban en las visitas de la Virgen. Se realizaban unas novenas y celebraciones religiosas en su honor, encaminadas a que la Virgen intercediera para que lloviese y posteriormente se retornaba a su Santuario en procesión. Si venía una borrasca, llovía; caso contrario la lluvia se aplazaba hasta la próxima borrasca, que solían entrar por el Cantábrico.
Puesto que casi siempre hemos padecido falta de lluvia, considero que las visitas de la Virgen del Villar a la Ciudad, eran muy frecuentes.
El traslado se realizaba a hombros de los Regidores o Concejales, pues tenían ese privilegio, al ser el Ayuntamiento el único patrono de dicha Ermita, al igual que de otras iglesias.
En este apartado nos referimos a traslados recientes de nuestra Patrona, por unos u otros motivos.