La iglesia presentaba la típica iglesia conventual barroca de influencia aragonesa, en forma de cruz latina, con una gran nave central con un altar mayor y cuatro más, situados en el crucero. Disponía de ocho capillas abiertas a lo largo de la nave, resultando su interior escasamente decorado, a excepción de alguna de las capillas.
En el interior dominaba el barroco del siglo XVIII. Las naves eran pobres, con bóveda de cañón y arcos fajones, sin más elementos decorativos que la ya típica y en este caso humilde cornisa de yeso.
En cambio, las capillas presentaban una decoración singular con relación a las de otras iglesias corellanas: una decoración pintada, que sólo tiene precedente en la capilla carmelitana de los Escudero.
El altar mayor era interesante, ya que representaba una transición entre el barroco y el neoclásico. Era un templete de cuatro columnas estriadas formando una especie de baldaquino inspirado en las catedrales de la provincia de Lérida.
Sobre dos altarcillos modernos, de poco gusto, había dos estatuas de San Pedro Nolasco (1182-1245) fundador de la Orden de la Merced en el año 1218 y de San Ramón Nonato (1204-1240) mártir mercedario.
Disponía de un añadido moderno muy pobre para expositor y Sagrario que ocultaba una parte de la magnífica peana destinada, en el centro del templete, a la Virgen de la Merced. Esta imagen central está hecha para vestir y carece de mérito artístico.
Los cuatro altares del crucero estaban dedicados a la Virgen de los Dolores, a la Virgen del Carmen, a la Inmaculada Concepción y el otro a la Virgen del Perpetuo Socorro.
Las capillas situadas al lado del Evangelio estaban dedicadas a Nuestra Señora del Pilar y Santiago, Santa María de Cervelló, San Ramón Nonato y San Pedro Nolasco y las del lado de la Epístola a San Agustín, Santo Cristo, Santa Ubaldesca y San José.
El retablo de la capilla de Ntra. Sra. del Pilar procedía de la parroquia de San Miguel. La de Santa María de Cervelló, santa fundadora de la rama femenina de la Merced, era la más rica de todas y fue adquirida en 1753 por la familia de los Aguado; la estatua de la Virgen era una muestra barroca bastante vulgar, había otras dos imágenes una de San Roque y otra de San Antonio, patronos de Roque y Antonio Aguado. La Santa sostenía un barquito, ya que se le considera la abogada de los marineros por haber trabajado por la redención de los navegantes a lo largo de su vida (1230-1290); en la familia de los Aguado hubo varios marinos.
La capilla de San Ramón Nonato se debió a la piedad y afición artística de Carmelo Torres, quien por sus propias manos y de su propio bolsillo construyó al altar, para sustituir al que poco antes (1931) se había incendiado. La de San Pedro Nolasco era ya un retablo de lienzo, pintado por el corellano Juan José Nieva y no merece más consideración pues era una obra vulgar concebida en telón de teatro.
