Esta imagen se encuentra instalada en la capilla de las Ánimas, por cuyo motivo, esta capilla se conoce más por el nombre de la capilla del Niño Jesús de Praga.
En los años 1900s se populariza una devoción al Niño Jesús de Praga, que reúne en los conventos de los Carmelitas Descalzos a multitud de niños, constituyéndose la Archicofradía del Milagroso Niño Jesús de Praga, que en Corella debió instaurarse hacia 1920, ya que en el Libro de Actas de esta archicofradía, que comienza en 1921, en su primera página se indica que “se encontraba ya canónicamente erigida”, pero que tenía poca vitalidad por falta de organización pues carecía de altar y la imagen existente era una diminuta.
El prior P. Anastasio de la Sagrada Familia, encargó una nueva y mayor imagen al escultor valenciano Francisco Pablo y la bendijo e instaló en este altar el 13 de noviembre de 1921, resaltándose la participando de los niños en el acontecimiento con un solemne triduo.
El mayor impulso lo recibió la archicofradía en 1930 al ser nombrado Director el P. Vidal del Niño Jesús, hombre bondadoso, entusiasta y dinámico. Además de mantener e impulsar la devoción, creó una serie de instituciones dependientes de ella, tanto catequéticas como culturales y vocacionales, ampliando, incluso, el campo infantil a la juventud. En “El Carmen”, los niños eran acogidos durante las tardes de los domingos. El Padre Rogelio cobraba una cantidad simbólica, con destino a sufragar los gastos de las actividades que allí se desarrollaban.
Se celebraba la “Novenica del Niño Jesús” y otros actos como proyección de películas de cine, entregándose a los asistentes un número para participar en el sorteo de un corderico y otros diversos regalos.
En El Carmen llegaron a darse clases de enseñanza primaria tutelada por los frailes. Fueron célebres el Padre Vidal, Padre Rogelio, Padre Alejandro. Parece que estas actividades docentes se iniciaron hacia 1920.
A mediados de los años 50 se experimenta una bajada de interés por la pertenencia a la archicofradía y la asistencia a sus actos, planteándose en los años 1957 y 1958 si es conveniente seguir celebrando su función anual, pudiendo constatarse su extinción en los años 1960s.
Todavía muchos corellanos guardan recuerdos de su infancia sobre “El Carmen”, con sus funciones de cine, sus cantos, sus vales, sus rifas, sus procesiones y sus veladas navideñas, manifestando su cariño, admiración y gratitud por lo que supuso en su desarrollo personal y humano.
