Se construyó en 1883, siendo inaugurada el 25 de marzo de dicho año, a las 3 de la tarde, con asistencia de la Corporación Municipal y la Banda de Música.
Esta fuente está alimentada con la captación y encauzamiento de las aguas de la cercana Fuente del Tollo, según un proyecto del ingeniero tudelano Luís Zapata.
Se le dotó de un abrevadero para las caballerías, que a finales de los años 1950s fue demolido y en su lugar se plantaron árboles. También se utilizaron las piedras del puente demolido y se colocaron a su alrededor como asientos, tal como se conserva y que se aprecia en la fotografía.
Cuenta con diez caños para el agua, cuatro a cada lado en sentido longitudinal y uno en cada extremo.
Se construyó sobre un soto, propiedad de Paula Echevarne y Díez de Ulzurrun, esposa de Anselmo Escudero y Marichalar, mediante la oportuna compensación o permuta de terreno, con el Ayuntamiento.
En la piedra que corona la fuente, en su parte posterior, está tallada la inscripción “Fuente de los Patos. Año 1.883.”. La familia Delgado eran canteros y fueron Severo y Tiburcio Delgado quienes realizaron las obras de cantería para esta fuente. Esta familia corellana tenía el apodo de “Patos”; dejaron su impronta en la obra, como era costumbre de los canteros.
El 4 de julio de 1885, se autorizó la colocación de una tubería de hierro que atravesara la carretera para conducir las aguas de la fuente al lavadero municipal, al que abastecía.
El lavadero se construyó en 1885, proyectado por el ingeniero Manuel Garbayo Moreno, disponía de pared de abrigo del cierzo y su correspondiente techumbre, siendo muy concurrido por las corellanas.
Con anterioridad a los años 1970s, en los días laborables, era un paso muy frecuentado por los corellanos que, con sus caballerías de desplazaban a realizar sus labores agrícolas a todos los términos situados en las carreteras de Tudela, Castejón y Cintruénigo, términos tan corellanos como Balbine, Torrecilla, Canteruelas, Fornillo, Peña Roya, La Vistilla, Tambarría o La Sarda, siendo los cultivos principales de viña y cereales, no faltando algunos de almendros en tierras más pobres y pedregosas.
En domingos y festivos de verano también esta fuente recibía la visita de alguna parejas, siendo un alargamiento desde “El Paseo de las Ramblas” y que al susurro de sus aguas se declararon amor eterno; la fuente muy discreta, no ha dicho “ni pío”.
En los tiempos actuales, pasamos tan rápido con nuestros coches, que apenas nos percatamos de la presencia de la Fuente del Buen Deseo, ahora circulamos por la vida a una mayor velocidad.
