0000-00-00 – Corella. Enristrado de ajos, “Horcando ajos”. Marisol Arellano Navascués “Galbana” y su hijo.

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Una vez eliminada la rigidez del tallo, se procedía a su enristramiento, utilizando un banco de madera, según se puede apreciar en la fotografía y la habilidad de cada persona en el trenzado proporcionaba la mejor presencia posible para su venta.

Por sus propiedades medicinales y fundamentalmente por las culinarias, los ajos de Corella han tenido una gran fama y aceptación en el mercado navarro y español, produciéndose magníficas ventas lo que ha permitido que varias familias corellanas tuviesen su medio de vida en el cultivo y su venta.

La calidad de los ajos corellanos se debe a la fertilidad de su tierra y a la necesidad de los ajos de crecer en tierras de secano. Las principales variedades de ajos son los blancos, los rojos y los chinos. Su recolección se realiza a finales del mes de junio, excepto los chinos que se adelanta a finales de mayo.

Casi todas las familias de agricultores además de cultivar ajos para su propio consumo, podían vender unas cuantas ristras de ajos lo que suponía una ayuda a sus ingresos.

A Corella se acercaban compradores de zonas limítrofes y realizaban sus compras por los domicilios.

Las ristas u horcas destinadas a la venta, creo que eran, habitualmente, de 40 cabezas de ajos. Sin embargo las destinadas al consumo familiar solían realizarse de 60 cabezas, entiendo que sería por cuestión de almacenaje y de espacio.

Han sido varias familias las que se han dedicado a la venta de ajos, recuerdo a Manuel Martínez “Tijeras”, Saturnino Fraile “Zenón” y algunos miembros de la familia Izal “Cristo”.

En Pamplona, en la plaza de las Recoletas, por los Sanfermines, eran varias las familias corellanas que disponían de una caseta o puesto de venta de ajos de Corella.

La competencia nos la realizan los ajos de Falces, que a decir de los corellanos tenían más presencia pero ni eran tan finos ni tenían el sabor de los ajos corellanos, ¡¡¡Para ajos, los de Corella!!!