Gentes

Los corellanos y corellanas, poco a poco y a través del tiempo, en sus distintas épocas, entre todos, hemos ido forjando nuestra Ciudad, a veces de manera sencilla, con nuestra vida cotidiana, otras dedicando medios relevantes, consiguiendo que nuestras calles, plazas y rincones, reflejen ese carácter que nos identifica y del que tan orgullosos nos sentimos.

En este apartado se procura recoger el día a día de los corellanos con sus cuadrillas, sus tertulias en calles o plazas típicas y rincones castizos apreciados especialmente por nosotros, también sus viajes, excursiones, acontecimientos familiares o amistosos; personajes en algún caso pintorescos y situaciones vividas por sus gentes; recuerdo y homenaje de los corellanos que con el transcurso de la vida en su pueblo, –perdón, Ciudad-, han conformado y consolidado lo que hoy conocemos, valoramos y estimamos.

Quizás las fotografías nos ayuden a entender una forma de vida, motivada y adaptada a las circunstancias de cada momento, comprendiendo o ayudando a entender decisiones tomadas u omitidas; en definitiva, parte de la historia de Corella, a través de las fotografías, que dan fe de los sucesos acontecidos.

SERVICIO MILITAR
Se le llamaba popularmente “mili” a la realización del Servicio Militar Obligatorio que, los jóvenes españoles debían realizar, dependiendo de distintas épocas y que estaba considerado como un servicio a la Patria.

En líneas generales, indicar que los navarros, según nuestros Fueros, únicamente estábamos obligados a ir a la guerra, en el caso de que nuestro territorio fuese atacado, aunque esta prerrogativa no siempre se cumpliese. Fue Felipe V, en 1704 el que copió el modelo francés, estableciendo el servicio obligatorio de “quintas”, llamado así porque, mediante sorteo, se elegía a uno de cada cinco mozos en edad militar.

Fueron las Cortes de Cádiz de 1812, las que instauraron el Servicio Militar Obligatorio para todos los españoles, aunque en principio ni en Navarra, ni en las Vascongadas, ni en Cataluña fue obligatorio, hasta el año 1878, por aplicación de la Constitución de 1876.

En nuestra historia reciente, a lo largo del siglo XIX, el reclutamiento de soldados cambió en diversas ocasiones, dependiendo de cada Gobierno existente. Durante la I República, en el año 1873 se abolió en toda España el Servicio Militar Obligatorio, dejando un ejército retribuido de voluntarios de entre los 19 y los 40 años de edad. La Constitución de 1876 volvió a implantar la obligatoriedad del servicio militar en toda España y aunque la ley publicada en 1878 proclamaba el reclutamiento nacional, se mantuvieron las “sustituciones” y “redenciones en metálico” como así consta en el Reglamento de Reclutamiento del año 1885.

A comienzos del siglo XX se abolieron los sistemas de “Quintas”, pero siguieron manteniendo las conocidas como “Redenciones en Metálico” y las “Sustituciones”, permitiendo que los que tenían dinero, pagaban al Estado para que sus hijos no fueran a la guerra. Eran los llamados “soldados de cuota”.

José Canalejas y Méndez, siendo Presidente del Consejo de Ministros, instauró el servicio militar obligatorio para todos, eliminando las “sustituciones” y “redenciones en metálico”, aunque manteniendo, eso sí, el llamado “soldado de cuota”, por lo que aunque nadie se podía librar totalmente del servicio militar, se les seguía ofreciendo ventajas importantes a las familias de determinado nivel económico, ya que pagando una cuota de 1.000 pesetas, permanecían en filas durante diez meses y aquellos que abonaban las cantidad de 2.000 pesetas sólo servían cinco meses; los que no podían pagar alguna de estas cuotas prestaban servicio durante tres años.

Una Real Orden y con efectos de 1 de Enero de 1912, modificó las bases del Servicio Militar y aunque seguía existiendo el “soldado de cuota”, nadie se librara totalmente de la mili, aunque pagando podía reducir el tiempo de estancia, incluso elegir la Unidad militar donde servir.

El conocido como “soldado de cuota”, se mantuvo durante la II República hasta 1936, siendo suprimido en el año 1940 por el general Francisco Franco, Jefe del Estado Español, lo que hizo el tema más justo y para todos iguales, modificando todos los sistemas anteriores e implantando un nuevo sistema militar.

El sistema se iniciaba en los Ayuntamientos que remitían anualmente a los centros militares de reclutamiento “Caja de Reclutas”, ubicados habitualmente en las capitales de provincia, el listado de los jóvenes que ese año cumplían 18 años de edad, lo que se denominaba “entrar en quintas”.

Creo que al año siguiente se realizaba un sorteo en cada provincia, de los jóvenes entrados en quintas, para determinar las zonas y poblaciones donde tendrían que incorporarse, al año siguiente, para la realización del servicio militar, pudiendo ser destinados a la Península o a plazas africanas de dominio o colonias españolas.

Si eras destinado a la Península era motivo de celebración y si el destino era en África la situación se consideraba más desagradable, principalmente por la distancia. La incorporación se realizaba el año en que se cumplían 21 de edad. Por tanto, para saber el año de la quinta, había que sumar 21 unidades al año de nacimiento. Al año de nacimiento 1944, le corresponde Quinta de 1965.

El año 1987, creo que fue el último año en que este “sorteo de quintos” dejó de celebrarse a nivel provincial y fue el primer año en que se celebró a nivel nacional, emitiéndose en directo por la 2 de Televisión Española. El año 1991, el número de mozos alistados en Navarra era de 2.397.

El servicio militar obligatorio por reemplazo, es decir, el servicio en filas, tenía una duración de catorce meses, existiendo también la posibilidad de incorporarse como voluntario, pudiendo entonces elegir cuerpo militar y plaza de destino, solicitándolo antes de cumplir los 20 años. En este segundo caso el tiempo de duración del servicio militar se ampliaba a veinte meses. La incorporación como voluntario, tenía la particularidad de que si residías en esa población, estabas en casa, pudiendo dormir en tu domicilio, se denominaba “pernocta” y tenías que acudir al cuartel donde permanecías de 7 de la mañana hasta la 1 del mediodía, con las tardes libres.

Otra modalidad era la de “Milicias”, realizando el servicio durante los meses de verano en tres años, los dos primeros en campamentos específicos, incorporándose el último año a una unidad acuartelada con la graduación de sargento o alférez. Para acogerse a esta modalidad era necesario estar realizando estudios universitarios. La incorporación para realizar el Servicio Militar era una salida obligatoria de los jóvenes de los pueblos, significando en la mayoría de los casos el primer desplazamiento relevante que, máxime si su destino era fuera de la Península, en territorios españoles de África, era como una academia de la vida.

Previo al destino en las distintas unidades o cuarteles, habitualmente, se realizaba un periodo de instrucción, donde se enseñaban las directrices de las normas militares con el fin de acatar su cumplimiento, manejo de armamento y otras disposiciones para su introducción en la vida militar. Este periodo se solía desarrollar en un campamento, que en Navarra era “El Carrascal”, que hacia 1964 fue sustituido por el C.I.R. de Araca, en Vitoria.
Los cuerpos de ejército en España eran fundamentalmente, Infantería, Caballería, Ingenieros y Aviación, existiendo subdivisiones en cada uno de dichos cuerpos, sufriendo transformaciones o adaptaciones en función de la evolución de las nuevas tecnologías militares.

Para muchos jóvenes españoles, la salida del entorno familiar para cumplir el servicio militar, fue motivo de encontrar trabajos que en sus pueblos carecían y fue una forma de ganarse la vida con unas profesiones y empleos no previstos y que les permitieron labrarse un provenir, consiguiendo una estabilidad económica y familiar, estableciéndose en núcleos de población importantes.

Al finalizar el servicio militar se entregaba una Cartilla Militar donde constaban los datos del interesado con indicación de los servicios prestados y la unidad o unidades donde los realizó y su ubicación.
Era necesario pasar revista durante un periodo de quince años, compareciendo en cajas de reclutas, cuarteles de la Guardia Civil o autoridades civiles o militares determinados, para notificar tu residencia, se indicaba que para una posible movilización y transcurridos esos años se pasaba a la licencia absoluta.

El Servicio Militar Obligatorio fue suspendido en España el 31 de Diciembre de 2001 por el gobierno presidido por José María Aznar, que optó por crear un ejército profesional en España. En este último periodo, el servicio militar quedó reducido a una duración de 9 meses.

Creo que hasta los años 1980s, para incorporarte a ciertos puestos de trabajo tenías que haber realizado el servicio militar, resultando un requisito imprescindible para tener acceso a empleos en centros oficiales y organismos públicos.

Para muchos jóvenes, las amistades de compañeros de mili perduraban durante años, puesto que se habían convivido fechas y situaciones que a muchos les marcaron para su vida futura.

La realización de la mili pasaba a ser tema de conversación generalizada cuando se juntaban los hombres y alguno comenzaba a contar sus “batallitas”, con las anécdotas y situaciones acontecidas durante dicho tiempo, algunas acompañadas de mucho ingenio y sutil agudeza.

En Corella, han existido militares de renombre nacional, que ya en los años 1600s ocupaban puestos de gran relevancia. Ya muy posteriormente y a partir de los años 1960s, también corellanos o de ascendencia corellana, han existido militares que han ocupado cargos relevantes, sin olvidar a los corellanos que estudiaban carreras universitarias y realizaban la mili en las denominadas “milicias” y que desde sus cargos, generalmente de alférez, aliviaban el servicio militar de muchos paisanos.

Como resulta casi imposible que en los domicilios no existan varias fotografías de familiares con uniformes militares, en recuerdo de esos momentos, realizo aquí la apertura de un apartado donde, a gusto de cada cual, se pueden incorporar las fotografías que se consideren oportunas.

Como curiosidad, en este apartado, deseo dejar constancia de lo recogido en acta municipal del Ayuntamiento Corellano, en sesión del día 29 de enero de 1873, donde se indica que los Quintos que correspondía incorporar ese año al Ejército, por parte de Corella fueron 13, de los cuales sólo se presentaron 3 (Tiburcio García, Lorenzo Catalán Fernández y Raimundo Gil Librada). Para sumar dicho número y llegar a 13, se negoció en la Diputación Provincial y se tuvieron en cuenta los 3 que voluntariamente estaban sirviendo ya al Ejército, 1 que estaba con vocación religiosa en el convento de los Agustinos Recoletos en Marcilla, los 3 presentados que fueron redimidos por 12.000 reales y los 6 que no se presentaron. De los cuales 2 se presentaron días después en la Alcaldía (Manuel Mª Sesma Golmayo y Mauricio Jiménez) siendo también redimidos por otros 8.000 reales, considerando que los 4 restantes debían considerarse prófugos e instruirles el oportuno expediente por entender se habían pasado a las filas carlistas. Estábamos inmersos en la tercera Guerra Carlista (1872-1876). Es decir, cada redención costó 4.000 reales, equivalentes a 1.000 pesetas, unos 6 euros actuales, si es posible realizar esta comparación.