“En la ciudad de Corella, a veinte y nueve de Junio de mil seiscientos y noventa, se juntaron en la sala de su Consistorio en la forma ordinaria, los señores Don Pedro de Luna Virto Magallón, Juan Bonel Estañán, Domingo Virto y Virto, Joseph de Ágreda y Sesma, Miguel Pardo Escudero, Joseph de Sesma y Luna y Martín Díaz Corral, Alcalde y Regidores de esta Ciudad, a efecto de tener su acuerdo ordinario y en el tratar y conferir las cosas tocantes al gobierno político de dicha Ciudad y estando en el, dixeron que por cuanto que el día y fiesta del glorioso San Juan Bautista, que se contaron veinte y cuatro del corriente, se levantó un nublado muy tenebroso entre la una y las dos de la tarde y habiendo acudido mucha gente, llevados del celo y devoción, a la iglesia de Ntra. Sra. del Rosario, a pedir misericordia a Dios Nuestro Señor y encomendar la guarda de los frutos, se llenó la dicha iglesia de sacerdotes y otras personas, y habiendo sacado Don Joseph de Azcona, vicario de dicha iglesia, a su Divina Majestad (el Santísimo) a la puerta de ella, que cae al Mercado, teniendo las varas del palio Miguel Virto Virto, Mathías de Gúrpide, Joseph Serrano y Miguel de Guillorme, para efecto de conjurar y habiendo sacado Don Gregorio de Iblusqueta, beneficiado de dicha iglesia, la reliquia del Lignum Crucis al mismo puesto y debajo del mismo palio, y estando en la torre de dicha iglesia, Don Joseph Virto, Don Diego de Alduán y Don Gregorio de Villamayor, presbíteros, conjurando con diferentes cruces y reliquias, asistidos de mucha gente que subieron a tocar a nublado y asistir a dichos sacerdotes, comenzó a llover una agua muy recia y mucha copia de truenos y relámpagos que atemorizaban al más constante y persistiendo los dichos sacerdotes en sus conjuros y las demás personas que estaban en la torre en asistirlos y tocar a nublado, estando los desocupados puestos de rodillas, con muchos clamores pidiendo a Dios misericordia y rezando el Credo fue Dios servido, dispararse después de un gran trueno una centella de mucha luz y fuego, la cual entró en la dicha torre por la ventana más alta a donde se suelen poner las reliquias y rompiendo su violencia el tabique de dicha ventana, bajó a la estancia donde están las campanas y allí, pasando por entre los sacerdotes y los que tenían el agua bendita y tocaban las campanas, habiendo dejado en el sitio por donde entró 2 muertos y descendiendo desde las campanas por las escaleras, llegó al aposento del reloj y en él descompuso el reloj y un pedazo de dicho aposento donde estaba y prosiguiendo de allí su curso por dicha escalera, en el breve distrito de ella mató otras 5 personas, dejando más de 40 en el suelo perdidos el sentido de fuego y humo y de ellos más de 12 muy malheridos y abrasados y algunos con conocido riesgo de su vida, y bajando después de hecho este estrago por la bóveda del pórtico a donde está colocada Ntra. Sra. del Rosario, quebrantando notablemente su bóveda, terminó en la misma puerta donde estaban con el Santísimo y reliquias el dicho Vicario y beneficiado, dando un tan grande estallido como la mayor pieza de artillería, y tal, que jamás se ha oído igual, que quedaron todos los de la iglesia caídos en el suelo de terror y espanto, llenos de susto y lágrimas, pidiendo a Dios misericordia y juzgando quedar muertos y al mismo tiempo sucedió al dicho Vicario y los que tenían el palio la misma fatalidad, susto y miedo, pues el dicho Vicario, aunque cayó en el suelo, no dejó de las manos el vaso en que estaba su Divina Majestad, quedando aquel sobre su pecho y sin hacerle sino una leve lesión en el pié, le rompió y quitó la suela del zapato, rompiéndole la empena y la media y al dicho Marco Virto, le quitó de la misma forma la extremidad del zapato, dejándole los dedos fuera aunque sin daño alguno, y recobrados todos del susto, levantaron al Vicario, llevándole al altar mayor, donde entre lágrimas y sustos, dieron gracias a Dios de haberlos librado de tan grande susto y conocido el riesgo, pues si la centella no hubiera extinguido su fuego a los pies del Vicario, en la dicha puerta, hubieran experimentado todos los de la iglesia el mismo rigor que los de la torre, y aunque terminó el nublado no cesaron los llantos y clamores al ver tantos muertos y heridos que parecía un espectáculo el más horroroso y lamentable que se puede imaginar, y después de haber llevado los muertos y heridos a sus casas, se dio el Viático a algunos de ellos y la Extremaunción, juzgando sería breve el término de sus vidas, al verlos tan quemados y tiznados del fuego. Por estos motivos, los dichos señores Alcalde y Regidores, pidieron aquella tarde a los señores del Cabildo hiciesen procesión general, dando gracias a Dios de no haber perecido la mayor parte de los vecinos en esta Ciudad, que se recogieron en dicha iglesia y pedir misericordia para no ver otra desdicha semejante, executose la dicha procesión llevando la reliquia de Lignum Crucis, con mucha devoción, asistiendo todo el pueblo con llanto y admiraciones y a la mañana el Cabildo y Ayuntamiento de los dichos señores Regidores dieron sepultura a los siete difuntos, haciéndoles sus entierros con su misa de acompañamiento a cada uno separadamente, en que asistió la música a todos ellos y la mayor parte del Pueblo, a encomendarles a Dios, asistiéndoles los dichos señores Alcalde y Regidores, con la limosna de las sepulturas y los dichos señores del Cabildo con hacer de grana sus entierros. Y reconociendo los dichos señores Alcalde y Regidores que caso tan lamentable quede en memoria a la posteridad, así en hazimiento de gracias de haber librado de tan gran mal riesgo y peligro a los que estaban en la iglesia, al tiempo que cayó dicha centella, como en sufragio de los dichos difuntos que murieron a su violencia y los que murieren, acordaron y por este auto acuerdan que, a perpetuo y para siempre jamás, se funde y celebre una misa cantada con diácono y subdiácono y música, si la hubiere en esta Ciudad, para que se diga en cada un año, el mismo día de San Juan de Junio y que a la tarde se haga una procesión general con la reliquia del Lignum Crucis y si por algún accidente no se pudiere aquel día se haga al siguiente, y la dicha misa y procesión ha de empezar a celebrarse el día de San Juan de Junio primero viniente de mil seiscientos y noventa y uno y de allí en adelante en semejante día a perpetuo; y de las rentas y propios de esta Ciudad, se habrá de dar y pagar a los señores del Cabildo pleno que son a perpetuo, dieren la limosna acostumbrada por la dicha misa y procesión y para que tenga la perpetua subsistencia, esta fundación que desean los señores Alcalde y Regidores, por ser tan de fervorosos de Dios, pidieron y rogaron a los señores del Cabildo, admitan esta fundación y la pongan en sus libros y a los sus sucesores en sus oficios de República, ruegan, piden y suplican la hagan guardar y cumplir cada uno en su año y en la mejor forma que hubiere lugar de esto obligan las rentas y propios de la dicha Ciudad, a la paga anual de la dicha limosna y que para que surtan su demás efecto, acordaron que el Ayuntamiento y Consejo, lea y apruebe este acto de fundación, en la primera ocasión que se juntara, de quienes y su cristiano celo, esperan su aprobación y ratificación, la cual se ha de poner al presente de este auto; así lo acordaron y firmaron siendo presentes por testigos el Licenciado Don Juan Manuel de Argaiz y Antonio Serrano y Luna, vecinos de esta Ciudad y juntamente todos ellos. Firmas de: Pedro de Luna Virto Magallón, Juan Bonel y Estañán, Domingo Virto y Virto, Joseph de Ágreda y Sesma, Miguel Pardo Escudero, Joseph de Sesma y Luna, Martín Díaz Corral, Juan Manuel de Argaiz, Antonio Serrano y Luna. Ante mí Joseph de Aroche, Secretario.”
1690-06-29 – (Fundación de la “Misa de la Centella” en la iglesia de Ntra. Sra. del Rosario).