La fachada principal, construida en piedra y ladrillo se levanta a los pies de la iglesia con vista a la calle San Miguel. Compuesta por un paramento central flanqueado por sendas torres y ladrillos dispuestos en forma almohadillada, aloja, a la manera de un retablo una portada pétrea con arco de medio punto entre pilastras clásicas, coronada por una hornacina con una escultura renacentista de San Miguel. Encima, una ventana central, escoltada por dos escudos de alabastro de Corella, da paso al remate superior que, como una espadaña, se articula por pilastras entre las que se sitúa un nicho con una talla de San Pedro. Un frontón triangular partido corona el conjunto.
Las dos torres laterales que se levantaron en 1898, en sustitución de las existentes anteriormente, son dos cubos de ladrillo y están formadas por tramos de planta octogonal que albergan sendas portadas ciegas en la parte inferior; se componen de dos cuerpos que dotan a la fachada de gran majestuosidad, se caracterizan por la plasticidad de sus paramentos gracias al juego geométrico en la disposición de los ladrillos que, de manera almohadillada, cubre todo el cuerpo inferior invadiendo las esbeltas pilastras dobles que las jalonan. Sobre una pronunciada cornisa se sitúan tres cuerpos decrecientes. El primero de ellos muestra los enmarques de esquinas y vanos en resalte, el segundo está ocupado por el reloj y el tercero por campanas. El remate de cada torre es un cupulín apuntado, cubierto con tejas de cinc colocadas en forma de escama y la correspondiente aguja.
Estas torres son espectaculares y junto a la torre del Rosario son identificativas de Corella, cuando desde la lejanía observamos su inconfundible silueta.
En el nicho de la espadaña se colocó una estatua de San Pedro que en 1603 tallaron en madera Diego Pérez y Martín de Foruria y que hoy, expuesta desde entonces a las lluvias, sol del verano y las inclemencias lógicas de la Ribera, está tan deteriorada que se considera absolutamente perdida.
El ventanal para iluminación del coro es rectangular, con bordura moldeada de ladrillo y a sus lados hay dos escudos opuestos de la Ciudad, que en 1788 hicieron los escultores de Cervera, Francisco y José González de Villambrosa, que fueron encargados por el Ayuntamiento, como patrono que es de esta iglesia.
La fachada de la calle de la Reja denominada Puerta pequeña, es mucho más sencilla y está organizada por medio de una orden gigante de pilastras y una hornacina que aloja una imagen pétrea de San Miguel.
