Esta fue otra de las zonas que tuvieron que reconstruirse totalmente. Para ello se aprovechó la barandilla que separaba el presbiterio de la nave de la iglesia; se compró una artística barandilla que fue de un comulgatorio; se utilizaron dos columnas helicoidales que formaban parte de un retablo y con unas zapatas labradas en un taller de Corella se consiguió solucionar muy bellamente el problema que presentaba esta reconstrucción.
En una de las paredes del hueco de la escalera se encuentra un lienzo de “La Inmaculada Concepción”, del siglo XVIII que mide 1,80 metros de alto por 1,36 metros de ancho. Es obra de un pintor modesto.
Una vez en la segunda planta se pasa a la Sala VII, sala todavía cuyo contenido está todavía sin determinar.
