La iglesia tiene forma de cruz latina y está cubierta con bóveda de cañón y lunetos. Carece de capillas laterales, quedando los muros de su única nave sometidos a la ornamentación de las pilastras y a una rica cornisa de yeso corriendo a lo largo de toda la iglesia. La girola del crucero se cierra con cúpula de media naranja ciega, asentada sobre otra cornisa de triglifos que descansa a su vez en las pechinas correspondientes.
La pintura del templo es agradable y compuesta en tonos verdes y naranjas que cubren las calles de las pilastras y de los arcos fajones con un motivo completado con lambrequines barrocos.
Las pechinas y los lunetos forman el motivo decorativo más importante de esta ornamentación; en aquéllas, unos rosarios lineales de escamas iguales a la decoración de las pilastras, rellenan con gracia los espacios triangulares y enmarcan los lienzos ovalados de los cuatro evangelistas.
En los lunetos hay ocho lienzos, cuatro en el crucero y cuatro en la nave, que pertenecen a la misma mano y representan, los cuatro primeros a San Bernardo, San Mauro, San Esteban y San Rosendo, y los de la nave a San Atilano, Santa Hida, Santa Florentina y San Anselmo. Estos doce lienzos, en total, son obra de mediano mérito artístico, pintados por el pintor corellano de Juan José Nieva y Ruiz de Galarreta.
El presbiterio está decorado con profusión, pero sin gracia. En los muros laterales hay dos grandes y feísimos cuadros que con los lienzos que decoran las bóvedas laterales del crucero forman un conjunto de seis cuadros, probablemente hechos por alguno de los pintores locales que con Nieva realizaron la decoración de la iglesia: Tiburcio García “El Catoles” y Manuel Navascués “El Chaulipe”.
