El día de Jueves Santo por la tarde, una vez finalizada la celebración de la misa, que se celebraba en todas las iglesias, se cogía una Hostia de las de celebrar misa y se depositaba en un ostentorio o custodia, colocándose a su vez en un expositor muy adornado con ornamentos religiosos, representando y rememorando el encarcelamiento o aislamiento de Jesús.
El altar mayor o lugar elegido para su exposición, se adornaba con cantidad de flores, velas, cirios, sedas y otros adornos, siendo el resultado espectacular, comparado con los días ordinarios. A estos expositores se les denominaba “monumentos” y existía la costumbre de visitarlos en familia, siendo frecuente que fuesen los miembros de una, dos o más familias las que se unían para realizar el recorrido a las distintas iglesias de Corella, realizando en cada uno de ellos unos breves rezos y oraciones.
La visita se comenzaba como a las nueve de la noche y se finalizaba como a las once o las doce, ya que la costumbre era visitar todas las iglesias de culto, que en los años 1950s, además de las dos parroquias, eran las iglesias de Araceli, El Carmen, Milagrosa, Mercedarias y San Benito.
Era la oportunidad para ver y visitar iglesias a las que habitualmente no se acudía, en ocasiones porque no siempre estaba permitida la visita, ya que no se celebraba culto al público a diario.
