Sobre la razón de venir los mercedarios a Corella, según nos dice un documento de 1648, es la gratitud de un pueblo a la Virgen de la Merced porque padeciendo una gran sequía, vinieron los Padres de Tudela en rogativa con la imagen de su Patrona, alcanzando con su ayuda el remedio que tanto deseaban.
No obstante, parece ser que había otra razón fundamental y era que varias Señoras hijas de Corella habían tomado estado de Religiosas y estaban en lugares circunvecinos por no tener aquí Convento. Y este es el motivo por el que se pensó en traer la Orden Mercedaria en su rama femenina.
En un primer momento se habló de traer PP. Mercedarios y MM. Mercedarias, pero finalmente y después de once años de pleitos para la obtención de la correspondiente y oportuna licencia, fue en 1659 cuando se inició la construcción del convento de los PP. Mercedarios que se mostraron como habilísimos negociadores y ante la dilación de las autorizaciones correspondientes, se habían presentado en Corella con fray Jacinto a la cabeza y en tanto se resolvía la cuestión, establecieron su hospicio o convento provisional en el corazón de la ciudad, una casa de la calle de Barrioverde, lindando con los amplios solares que luego utilizó el Municipio para construir los almacenes de la Abadía. Los almacenes recogían los diezmos y tributos que se pagaban a la Iglesia. Inicialmente estaban en los terrenos de la Iglesia San Miguel y patio de los marqueses de Bajamar y posteriormente se construyeron en los terrenos comprendidos entre la calle Abadía y la Placeta de la Abadía.
La construcción del convento se inició en 1659, construyéndose con su correspondiente noviciado y en 1673 se comenzó la construcción de la iglesia que se finalizó en 1682, trasladándose el Santísimo Sacramento a esta nueva iglesia el domingo 12 de abril de dicho año, encomendando su cuidado a los PP. Mercedarios, labor que realizaron hasta el 7 de mayo de 1837 en que fueron expulsados por el juez de primera instancia de Tudela, en función de la exclaustración realizada en España.
Tras la exclaustración y como consecuencia de la Desamortización de Mendizábal, se produjo la desamortización de los bienes pertenecientes a las órdenes religiosas y entre ellos estaban los edificios conventuales. Así como el convento de los Carmelitas, por su ubicación, se destinó a hospital municipal, el convento de los Mercedarios, por su tradición docente, se destinó a escuelas municipales y Juzgado, edificación pegada a la iglesia a la izquierda de la fotografía, edificio que hacia el año 1840 pasó a propiedad del Ayuntamiento.
La cesión por el Estado a Corella, del antiguo edificio, fue por Real Orden de 5 de Julio de 1840.
En su descripción se cita que linda enfrente con calle Santa Bárbara, por derecha casa de Manuel Catalán, izquierda iglesia de la Merced y por la espalda huerta de Victorino López. Dos pabellones de planta baja y un piso de 30 metros de largo y 8 metros de ancho y un patio central de 414 metros cuadrados.
El Ayuntamiento invirtió en el edificio unas 32.000 pesetas, aproximadamente.
En la fotografía se observa el abrevadero y la bomba llamada “de jarra”, para sacar agua del pozo y dar de beber al ganado; el sistema tenía una palanca enorme, a prueba de críos, ya que sólo era manejable por adultos. Fue en Diciembre de 1855 cuando el Ayuntamiento acordó la construcción de pozo con abrevadero en la Plaza de la Merced, para caballerías y también proveer de agua a los vecinos y, en sesión municipal de 7 de Diciembre de 1901, se autoriza la compra de una bomba, que no exceda de 300 pesetas, para su instalación en este pozo. En 1903, se adquirió dicha bomba a Salustiano Marrodán, de Logroño, por un importe de 233,80 pesetas. La colocación del abrevadero la realizó el cantero corellano Tiburcio Delgado.
