0000-00-00 – Imagen procesional de San Miguel Arcángel.

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Imagen tallada en 1723 por Juan Antonio Gutiérrez y decorada por Manuel de Galbarriatu.

La imagen está basada en el modelo de la Roldana y es un alarde de soltura, de gracia y de belleza. Más que representar la cruda escena de la gran batalla, parece que estamos contemplando un juego sagrado y ni un solo músculo del santo guardián, denuncia esfuerzo o violencia. El rostro es de una suavidad femenina, casi rayana en la indiferencia y el ropaje alborotado tiene la particularidad de que no está movido por el clásico vendaval que, sin saber por dónde, azota a todas las estatuas barrocas, sino por la acción, por el propio movimiento del ángel, que al bajar sobre su pierna con velocidad superior al aplomo de las telas, se levantan en gracioso realismo.
Esta imagen, símbolo de las imágenes barrocas, resume de un modo completo lo que el barroco representa en el arte religioso: belleza, movimiento y espontaneidad que se juntan en esta imagen, la más escénica, la más aérea, la más dinámica y el mismo tiempo la más serena y majestuosa.

En Marzo de 1884, el Ayuntamiento acuerda restaurar esta efigie de San Miguel, que según un examen, requería restaurar la mano derecha y el casco que cubre la cabeza del Arcángel, así como la cabeza, cola y manos del dragón, encomendando el trabajo al escultor Martín Eguaras, así como la confección de unas nuevas andas, por el mal estado en que se encuentran las existentes, por un coste total de 365 pesetas. Ambos trabajos se realizaron durante el mes de abril de ese mismo año.