Explica su Señoría que, en la tarde de ayer día 15 Jueves Santo, estando en la iglesia de San Miguel para oír el sermón, estando en los bancos propios de la Ciudad, después de haberse cantado el Evangelio, el Vicario Francisco María Baños, sacó un papel y leyó en voz alta, comunicando a los fieles que, porque no quería la Ciudad, mañana Viernes Santo, no había Sermón del Descendimiento, a pesar de que el Cabildo había protestado la acción y había manifestado su resistencia, y que no había que echarle la culpa al Cabildo, sino a la Ciudad, pues el Cabildo no había podido hacer más. Considera su Señoría que, no sólo injurió gravemente en su presencia y en la de todo el Pueblo, el respeto debido a la Ciudad, sino que que era bastante para concitar a un motín contra su Señoría, en otro Pueblo dócil y obediente a sus órdenes. Se expone que no era el momento, ni se debía presentar como culpable, a los ojos del Pueblo, culpable de la suspensión de dicho Descendimiento, que en la mayor parte de España se ha quitado, quizás por menores motivos que los que tuvo presentes en la resolución, siendo la verdad que el Cabildo o el Vicario, podían haber reclamado en tribunal competente sobre sus facultades, sin poner al Pueblo en disposición de un alborozo, y para vindicar su honor, se acuerda acudir al Alcalde ordinario, entregando original del auto, para que haga uso que tenga por más conveniente.
1802-04-17 – (Suceso ocurrido en la tarde del Jueves Santo).
